Félix Espoz. Madrid
Conxita Mestres, coordinadora de calidad y seguridad del paciente del Hospital Sant Rafel, es coautora, junto con Sonia Moreno, del estudio Implementig improvements in medication safety through a multidisciplinary working group que ha sido publicado en el ‘European Journal of Hospital Pharmacy’.
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¿Por qué deciden plantear el estudio?
Surge a partir del Plan de Calidad del hospital de hace algunos años, que marcaba como uno de los puntos de mejora importante el uso de medicamentos. El nuestro es un hospital pequeño. No tenemos medicaciones complejas o medicamentos novedosos sobre los que actuar, así que decidimos centrarnos en medicamentos con los que teníamos problemas de riesgos con los pacientes. Con el grupo salieron varias ideas que son las que hemos ido desarrollando.
Poder llevar algo a cabo en el hospital que requiera el consenso de médicos y enfermeras a veces cuesta. A través del grupo ha sido más fácil, ya que participan todos los estamentos, farmacéuticos, médicos, enfermeras. Y, en función del ámbito a abordar, hemos buscado los expertos dentro del hospital para que nos asesoraran y participaran. Es un grupo abierto a la participación de otros profesionales en función del proyecto que estemos llevando a cabo.
¿Cuáles son los objetivos que se plantean?
Los objetivos iniciales del grupo eran mejorar el uso de medicamentos, que se hiciera mejor la prescripción, la administración o la dispensación, para que se redujeran los errores de medicación, sobre todo en los fármacos de más riesgo.
En el caso de la insulina hemos creado protocolos. Teníamos bastantes problemas de dudas de enfermería y de los médicos a la hora de poner tratamientos o interpretar prescripciones. Si se trabaja siempre de una manera consensuada con protocolos es mejor. Y al principio fue difícil la aceptación de algunos protocolos, pero hemos conseguido que vean los beneficios de trabajar así.
¿Para cuántos medicamentos o familias se plantearon medidas?
No son muchos. Como le he comentado somos un hospital pequeño y no tenemos una variabilidad grande. Sí introdujimos alertas de dosis máximas. No sobrepasan los 10 medicamentos los que estarían en este grupo.
¿Qué resultados destacaría?
Es complejo para nosotros detectar resultados tangibles. No tenemos ni personal ni tiempo suficiente para recogerlos, es la parte que nos falla más. Lo que tenemos son apreciaciones de los médicos, como en el caso de la insulina, que nos dicen que sus pacientes están mejor controlados.
Respecto a las bombas de infusión hemos notado que los errores se han reducido. Las veces que Farmacia, al validar las prescripciones, veía aspectos que podían llevar a confusión o error a enfermera y tenía que intervenir se han reducido un 20 por ciento, aproximadamente.
En el estudio también se habla de alertas de dosis máximas, estandarización de disoluciones y dosis, de soluciones de cloruro potásico y una guía de emergencia…
La guía de emergencia esta realizada en base a medicación que hay en los carros de paro y otra medicación que hay en las unidades de enfermería en las que puede haber dudas sobre la dosificación. Decidimos establecer una dosificación consensuada entre todos los departamentos del hospital. Son medicamentos que se utilizan en un momento de emergencia y hay ocasiones en las que aún no tienes la prescripción por escrito. Por eso era importante consensuar que siempre se hiciera de la misma manera. No en todos los casos fue fácil llegar a este consenso.
El grupo ha abordado otras cuestiones, como el tratamiento de sobredosis e intoxicaciones en el hospital. Al ser un hospital sin Urgencias este tema no lo solemos tratar. Cuando hay un caso se generan dudas por no haber un hábito de pautar estos medicamentos, así que hemos realizado una guía de antídotos y tratamientos de sobredosificaciones.
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